Algo más que mano izquierda

«la figura del mediador se convierte en un recurso cada vez más habitual en conflictos laborales sin solución, como el que tuvo lugar recientemente en Iberia»

Después de ocho meses de peleas, tensiones, amenazas y huelgas, parecía imposible que la dirección de Iberia y sus trabajadores (tripulantes y personal de tierra) alcanzasen algún tipo de acuerdo. Desde que en verano se hiciesen públicos los planes de la aerolínea española de poner de patitas en la calle a 4.500 empleados como parte de su plan de reestructuración, el choque resultaba inevitable.

Para sorpresa de muchos, el pasado mes de marzo ambos bandos encontraron una solución en un punto medio. Ésta se resume en la salida de 3.141 empleados mediante bajas incentivadas y prejubilaciones, con lo que se reduce el número de despidos y se evita la aplicación de un expediente de regulación de empleo conforme a la reforma laboral. Este esfuerzo de la aerolínea se ve correspondido por rebajas salariales y congelaciones que asumen los trabajadores, a las que se suma una mejora de la productividad. El pacto no ha sido suscrito por el colectivo de pilotos, porque consideran que la empresa no ha cumplido ninguno de los compromisos recogidos en el acuerdo de mediación.

En todo caso, el desbloqueo de la situación con el resto de los trabajadores de Iberia no puede entenderse sin la intervención de Gregorio Tudela, catedrático de Derecho del Trabajo en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), aceptado como mediador por las dos partes, quien tardó menos de tres semanas en encontrar una salida.

Quizás habría que empezar por explicar qué es la mediación. «La función de los mediadores es buscar un acuerdo extrajudicial entre las partes, aproximar posturas: buscan salidas a un conflicto para que después sean los protagonistas quienes las acepten o no. La diferencia entre la mediación y el arbitraje reside en que en este último las partes recurren a un tercero para que determine cuál será la solución, que forzosamente deberán acatar», indica Martín Borrego. Borrego es director de la Fundación Sima (Servicio Interconfederal de Mediación y Arbitraje), que, desde 1998, ha gestionado unos 3.000 conflictos colectivos en sectores de actividad y grandes empresas «cuyo ámbito sea superior al de la comunidad autónoma». El nombre de Tudela no salió de la amplia nómina de mediadores del Sima, sino que fue acordado por las partes una vez que la ministra Ana Pastor sugirió recurrir a esta fórmula para detener la huelga en Iberia.

¿Cómo convencer a alguien de que acepte un encargo así? «Cuando en un conflicto como éste todos coinciden en tu nombre, no te queda otra. Es algo que se hace por responsabilidad, por poder contribuir a la solución de un conflicto de una importancia excepcional», reconoce Tudela.

Encontrar el camino

Resulta difícil de creer que un ‘recién llegado’ pueda encontrar el camino que los interesados han sido incapaces de hallar después de buscar durante meses. La mano izquierda tiene su importancia, pero no basta ni de lejos. El ex ministro de Trabajo Manuel Pimentel, experto mediador y convencido defensor de esta vía, tiene su propia opinión. «Incluso cuando las partes ya no pueden moverse, desconfían profundamente del otro. Si, en ese momento, llega alguien ajeno que de buena fe plantea una posible solución, se tiene en más consideración porque proviene de un tercero al que se tiene respeto».

Tampoco Tudela da excesiva importancia a las habilidades sociales en la consecución del acuerdo de Iberia. «Creo que soy una persona amable. Simpático no sé si lo soy, pero sí una persona afable. Son exigencias mínimas para cualquier relación personal y profesional». Además de suavizar el ERE en Iberia y de establecer garantías de mejora de la productividad, la mediación ha hecho posible recomponer el clima laboral, muy deteriorado.

Manuel Atienza, portavoz del Sector Aéreo de UGT, es mucho más gráfico a la hora de explicar la importancia de la labor del mediador en el conflicto de Iberia. «El señor Walsh —Willie Walsh, consejero delegado de IAG, compañía resultante de la fusión de Iberia con British Airways— había abrasado todo y había echado sal por encima: así estaba el terreno».

Aunque los problemas de fondo de Iberia siguen ahí, al menos se ha salvado el primer escollo. «La mediación de Tudela nos ha servido para quitarnos de encima la losa de 3.800 despidos por vía traumática. Ha sido una labor encomiable y un resultado espectacular». Atienza reconoce la importancia de la mano izquierda… y también de retorcer la derecha: «sin una acción sindical potente y sin las presiones del Gobierno no habría sido posible que Iberia y Walsh aceptasen la propuesta».

para leer la noticia completa: diariodeleon.es

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